Debilidad económica y crisis política marcaron el último año de la presidencia de Humala
A cuatro meses de las elecciones en Perú, no está claro si el gobernante Partido Nacionalista podrá sobrevivir.
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Perú inició 2015 con el gobierno del presidente Ollanta Humala bajo fuerte presión política y partirá 2016 con la perspectiva de una economía aún débil y la desaceleración de la inversión. Pero el plano político es el que supone un mayor desafío. Un gran escándalo de corrupción y nuevas protestas sociales han minado su apoyo, dejando poco claro si el Partido Nacionalista Peruano (PNP) sobrevivirá como entidad política tras las elecciones presidenciales y legislativas de abril.
En enero, la administración de Humala enfrentó una vergonzosa derrota cuando las protestas populares y la oposición en su propia coalición obligaron a que retirara la polémica ley laboral. Doce meses después, poco ha cambiado. Acosado por múltiples desafíos, Humala ha visto como su popularidad se hunde a 17%. Aún peor, el PNP sigue sin candidato para los próximos comicios y tendrá dificultades incluso para posicionarse entre los cinco grandes partidos dadas las cifras de los últimos sondeos.
Debilidad económica
Elegido, originalmente, sobre una plataforma de izquierda, Humala ha pasado gran parte de su presidencia tratando de mantener un difícil equilibrio entre complacer a su núcleo electoral y asegurarse de que la economía de Perú siga siendo atractiva para los inversionistas, algo cada vez más importante durante el año al tiempo que la desaceleración se ha hecho más pronunciada.
Además, la inflación ha empezado a aumentar, por encima del rango objetivo de entre 1% y 3% fijado por el banco central, en gran parte debido a la depreciación de 14% del sol en 2015. Esto ha reducido el poder adquisitivo, incrementando la frustración con las políticas del gobierno.
En respuesta, el gobierno se ha esforzado en impulsar la inversión y restablecer el crecimiento económico al nivel anterior a 2014. Humala ha seguido adelante con proyectos extractivos controvertidos, lo que ha generado nuevas protestas en algunas regiones. En particular, está tratando de reforzar al sector minero, que genera gran parte de los ingresos del país, con nueva legislación para poner freno a la minería ilegal y que tranquilice a inversionistas sobre su compromiso para regular el sector. También ha tratado de aumentar la inversión en infraestructura con el anuncio de un paquete por
US$ 113 mil millones con el objetivo de fomentar la colaboración con las empresas privadas. Aunque estos proyectos traerían beneficios a largo plazo, pocos han comenzado debido a retrasos en acuerdos de financiamiento y la cooperación con gobiernos regionales. Como resultado, el beneficio lo sentirá el sucesor de Humala. Tal vez el logro económico más visible de este año ha sido la firma del tratado de asociación Transpacífico. Según el presidente, impulsará las exportaciones del país y fomentará la inversión de otros miembros del acuerdo. Pero no está claro si será ratificado antes de que deje el cargo en 2016.
Retos políticos
El deterioro económico ha contribuido a la creciente debilidad política de Humala, con la oposición argumentando que sus políticas han provocado la desaceleración. Este discurso coincide con el aumento de la confrontación política ahora que los partidos buscan posicionarse para las elecciones de 2016. Con la pérdida de la mayoría a principios de 2015, la coalición de Humala (Gana Perú) ha tenido dificultades para implementar su agenda legislativa, provocando que algunos proyectos se retrasen o se olviden.
Las denuncias de corrupción y lavado de dinero contra el empresario Martín Belaunde Lossio, conectado con el presidente por la campaña de 2006, fueron un nuevo golpe a la popularidad de Humala y de su esposa, Nadine Heredia. Las crecientes protestas sociales también han contribuido a la caída de su popularidad. Un ejemplo son las protestas en la mina Tía María al sur del país, operada por Southern Copper, que llevaron al gobierno a declarar el estado de emergencia y a enviar a militares a la zona para restaurar el orden a principios de año.
El presidente no puede resolver estas protestas para mejorar su popularidad. Si cede y cancela o suspende los proyectos, como con Southern Copper, será acusado de disuadir la inversión extranjera y contribuir a la debilidad económica. Si sigue adelante, se le acusará de traicionar al electorado y de vender los recursos naturales de Perú.
Al igual que sus predecesores Alan García (2006-11) y Alejandro Toledo (2001-06), es previsible que Humala termine su mandato con un bajo índice de popularidad y débil desempeño electoral de su partido. Aún más, dado que Humala no puede postularse, el PNP deberá abrirse un espacio propio en el escenario y dejar de ser el vehículo electoral de Humala.
Próximas elecciones
El PNP sigue buscando su candidato presidencial. Después de la renuncia de Milton von Hesse a seis semanas de ser designado, es el ex ministro de Interior Daniel Urresti el nombre que suena como candidato. Aunque fue uno de los ministros más populares de Humala, está siendo investigado por un caso de asesinato que podría durar hasta marzo, lo que minaría cualquier posible candidatura por su parte.
Keiko Fujimori, del partido de centro derecha Fuerza Perú, lidera las encuestas (34%), seguida de Pedro Pablo Kuczynski de Peruanos por el Kambio (17%). El ex alcalde de Trujillo, César Acuña, está en tercera posición (10%), y parece estar llevándose los votos de izquierda que fueron a Humala en 2011. Aunque Fujimori parece tener una posición sólida, la política peruana tiene tradición de impulsar a un candidato “outsider” en los meses finales de la carrera. Con muchos electores desilusionados con los partidos tradicionales, hay espacio para que alguien ajeno capte los votos. Por ahora, sin embargo, ninguno de los pequeños grupos de izquierda se ha unido para plantear un desafío a los grandes partidos y mucho menos tienen un candidato carismático al frente.